San Lucas: 18.13
“Pero el publicano,
estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba
el pecho, diciendo: “Dios se propicio a mí, que soy pecador”
La
oración es intimidar con Dios y en esta intimidad reconocemos la Soberanía de
Dios: como Dios poderoso para redimirnos y ayudarnos cualquiera que sea nuestra
situación o condición; las Escrituras dicen en Salmos 51:17 “Los sacrificios de Dios son el espíritu
quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciaras tú, oh Dios”.
Por
lo tanto, vemos que la oración es un sacrificio agradable a Dios cuando nos
humillamos, cuando reconocemos que solo no podemos lograr nada que solo
dependemos de nuestro Señor. También la Escritura nos da testimonio de esto
cuando nos dice el mismo Señor: “Bienaventurados
los pobres en espíritu porque de ellos es el Reino de los cielos” (San Mateo
5:3); es decir, los que reconocen su necesidad de Dios, es por ello que
encontramos la misma virtud que vio Jesús en el publicano: «La
Humildad», cuando dice: “se propicio a mí
que soy pecador”.
Es
una expresión de confianza y rendición única al Dios verdadero y no en sí
mismo, como el caso del fariseo en este relato, que pensaba en su justicia
propia, y su confianza se basaba en las obras de sus manos y no en la gracia de
nuestro Señor, este hombre se sentía muy digno, y por lo tanto, no reconocía su
necesidad de Dios porque estaba altivo.
No
obstante, Dios recibió la oración del hombre arrepentido (publicano) y como
regalo lo justifica inmediatamente y gratuitamente, según su gran misericordia,
este hombre recibe la reconciliación con Dios, cumpliéndose esa palabra del
Salmista 32:1 “Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada y
cubierto su pecado”.
Podemos
entender, que cada vez que cometemos errores, podemos acercarnos confiadamente
al Trono de la Gracia (Cristo) con humildad y hallaremos ese mar de amor que
nos perdona y restaura por completo, el conoce nuestra condición, y por eso nos
ha dado su Hijo para por medio de El ser reconciliados con el Padre.
El Señor te bendiga sobre abundantemente.
TEXTO BIBLICO: Lucas: 18:9.14
9 A unos que confiaban en sí mismo como justos y menospreciaban a los otros, dijo también esta parábola: 10 «Dos hombres subieron al Templo a orar: uno era fariseo y el otro publicano. 11 El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: “Dios te doy gracias porque no soy como los otros hombres: ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; 12 ayuno dos veces a ala semana, diezmo de todo lo que gano”. 13 Pero el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: “Dios se propicio a mí, que soy pecador”. 14 Os digo que este descendió a su casa justificado antes que el otro, porque cualquiera que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido.»
Yvis!
P.D.: No soy teóloga ni nada de eso, escribo porque son las reflexiones que el Espíritu Santo ha ministrado en mi vida, y me ha dado de su gracia y conocimiento en cada situación, no conozco toda la profundidad de la palabra, pero espero que tu seas bendecido por medio de este canal. Y a Dios sea toda la Gloria. Paz! :)
Yvis, Dios conoce Tu Corazón y el se contenta con lo que haces, a El sea la honra y la Gloria, muchas gracias por compartir esta bella porción de la Palabra...!!! DIOS TE GUARDE GRANDEMENTE...!!!!
ResponderEliminarVamos por más Yvis , usa el don que el Señor te ha concedido para exaltar su Nombre en las naciones , AMEN
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